Cierto es que debemos dar gracias en este país por tener chamba. Olvidémonos de un trabajo realmente apegado a la legislación vigente (eso ya es un sueño guajiro). En la mayoría de los casos, con saber de dónde vendrá el pan basta. Pero lo que realmente me carga es la injusticia aplicable a los individuos, particularmente a mí.
Si estoy tomando un trinche curso por instrucciones de la empresa, y mi break es de 15 minutos, ¿por qué todo el triste mundo me pide que atienda los asuntos de mi área en ese tiempo, si ya se asignó a una persona para que me cubra? El resto de los asistentes se fue muy contento por su café y sus galletas, y a mí, que me muerda un triste perro, porque parece que si yo no estoy a cargo, la maldita oficina se viene abajo. O qué, por mi posición ¿no tengo derecho a los mismos privilegios que los demás? ¿O los demás son más guajes que yo?
La mera neta, estoy hasta la gorra. No tengo palabras decentes para expresar mi frustración (y asumo que la de muchos individuos) cuando veo que todo el mundo hace lo que se le pega la gana menos yo.
Siendo absolutamente objetivos sobre las conductas laborales, especialmente en empresas pequeñas, las más de las veces las personas que gozan de ciertos privilegios debieron hacer algo para ganarlos, y no me importa si lo lograron por antigüedad o por darle las nalgas al jefe; eso es intrascendente. Lo que me priva es que no nos digan qué hay que hacer para obtener lo mismo. O sea, siquiera den chance, ¿no?
Y para acabar de rematar esta triste anécdota, sufro del síndrome del perfecto trabajador. Bueno, eso es algo que en México no se ve muy seguido, pero sucede así: tú llegas y checas tu tarjeta a tiempo, haces tu trabajo normal, regresas puntual de tu hora de comer... te aplicas, pues, porque ves que a tus compañeros les meten unas fertilizadas marca "llorarás" cuando la riegan ¿no? Entonces tu estás creando antencedentes pa' cuando la riegues, o cuando venga la próxima evaluación salarial, ¿cierto?
¿Y funciona? ¡PUES CLARO QUE NO! Siempre sucede que, si TÚ la riegas, te fertilizan PEOR que a los compañeros más inútiles. Entonces, ¿para qué esforzarse, no?
¡PUES TAMPOCO! Los perfectos trabajadores nos esforzamos por motivos más allá del salario o la empresa. Nos esforzamos porque somos como el Dr. House: hay que destacarse de la bola sea como sea. Si lo único que podemos hacer es tratar de ser mejores, pues lo hacemos y ya. Pero a veces hay que dejar salir la presión. Un par de mentadas de vez en cuando no hacen daño. Lo importante es no rajarse, así que ¡a darle!
M.M