Todos hemos oído por lo menos una vez a amigos, colega y/o familiares quejarse de que la vida o las circunstancias están en su contra. "Es que mis hijos no me respetan", "es que tal o cual colaborador me tiene ojeriza", "es que los vecinos no me dejan dormir", etc.
Y nosotros tratamos de ponernos de su lado, proporcionar apoyo moral y hasta económico, aconsejar, sugerir, consolar, con la inútil esperanza de que lo que hagamos o les digamos les ayudará a mejorar y nos librará de escuchar sus constantes lamentos.
¿Y pos qué creen? Que eso no les va a ayudar ni a ustedes ni a ellos, porque en realidad no estamos resolviendo el problema.
El problema es que nos pasamos tanto tiempo lamentándonos por lo mal que nos trata la vida que no nos queda tiempo para ponerle un rotundo hasta aquí a lo que nos sucede (como comenté anteriormente, esto tiene que ver con asumir la parte correspondiente de la responsabilidad individual). Un ejemplo muy claro es un compañero del trabajo (utilizo el neutral "compañero" para proteger su identidad) que se lamenta de su situación familiar, donde sus hijos le mangonean, desobedecen y hacen lo que se les pega la gana.
La solución en realidad es muy fácil; si no trabajan, ni estudian, hay que levantarles la canasta: cortarles el dinero y la tele, mantener el refrigerador lo más vacío posible y verán como el hambre les aguza el ingenio y la laboriosidad.
Pero ahí viene lo bueno: ESTA SOLUCIÓN NO ES INSTANTÁNEA. Todas las soluciones radicales requieren VOLUNTAD, TIEMPO y CONSTANCIA. No es fácil sacarse temporalmente el corazón para dejar de ser blandos con los hijos; no se renuncia a la ira explosiva de la noche a la mañana; uno no deja de ruborizarse de vergüenza nomás porque uno quiere. HAY QUE SEGUIR EL CAMINO DE LA VERDADERA VOLUNTAD. Esto es, voy a hacer TODO LO QUE SEA NECESARIO para conseguir el cambio que quiero.
No, pos qué fácil, ¿verdá? NO. No es nada fácil. En lo personal, llevo 15 años cultivando el estilo y todavía no me sale como yo quiero. Todavía me cuesta mucho trabajo no prenderme como cerillo cuando alguien me hace un comentario ofensivo; me retuerzo del coraje cada vez que alguien me habla tantito golpeado... y miles de etcéteras. Pero ya tengo conciencia de ello, que es un avance.
En conclusión, nos pasa lo que nos pasa porque nosotros permitimos que nos pase y, aún cuando creemos que nos sacamos el tigre de la rifa sin haber comprado boleto, no hacemos realmente nada por resolverlo. Si me saqué el tigre de la rifa, hombre, pues siquiera unos filetitos de tigre y una zalea para la sala, pa' no tener que mantenerlo, ¿no?
Y si me acaban de hacer enojar, pos tengo dos problemas: hacer mi berrinchote, y calmarme pa' poder seguir trabajando en paz, so pena de meter la patota más tarde.
M.M
Monday, September 25, 2006
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